viernes, 17 de febrero de 2012

"El crímen de Cuenca" (Alicio Garcitoral)

       "El crímen de Cuenca"  - (novela de Alicio García Toral (Alicio Garcitoral). (Madrid, 1932)
      Colección "Biblioteca Silenciada" - Editorial Ayuso.

                                                    


       ¡Cuadrarse! Es la República quien llega.

     Esta es la frase con la que comienza la novela "El crímen de Cuenca" de Alicio Garcitoral, nacido en Gijón (Asturias) en 1902. Adscrito al partido Republicano Radical Socialista, llegó a ser Secretario de Actas de distrito, Secretario de distrito más tarde y Secretario del Comité Ejecutivo del partido en Madrid.
        Participó en 1930 en el levantamiento revolucionario de diciembre con Sánchez Guerra, siendo apresado. A la llegada de la República fue nombrado gobernador civil de Cuenca (agosto, 1931), cargo del que dimitió a principios de 1932. Esta inolvidable experiencia se concretó en la novela El crímen de Cuenca (1932) que apareció en edición muy limitada.
        Ocupó después otros cargos, tales como Secretario Político del Ministerio de Agricultura y Comercio y, en 1933 marchó a Buenos Aires como delegado de la República en la Exposición del libro español en la Argentina.
         El crímen de Cuenca, novela política y social, como un adelanto de la historia, esta novela refleja el ambiente y la atmósfera que generaron el movimiento que hizo incompatible al pueblo con las instituciones tradicionales. Es un documento, pues, vivo y aleccionador. Recoge las experiencias del autor como Gobernador de dicha provincia, desde agosto de 1931 hasta principios de 1932 y cuya publicación, restringida, costó a Garcitoral el puesto de Director General, ya que "en Consejo de Ministros, los ministros socialistas arremetieron contra mí en nombre de la libertad de pensamiento... que a veces, por lo visto, no les gustaba".
         La provincia con "trescientos ayuntamientos. Trescientos cincuenta mil habitantes. Analfabetismo: sesenta y cinco por ciento. Tres latifundios. Ausencia de minifundios. Pobreza de la tierra. Riqueza forestal sin salida. Carencia de industria. Cien guardias civiles. Cojera en todos los servicios. La capital, diez y siete mil habitantes", se hallaba muy lejos de la ideología republicana en su sentido depurador de viejos caciquismos y privilegios. Así, muy pronto y dolorosamente, el joven Gobernador se da cuenta de que ejerce "una autoridad vieja al servicio de una fuerza nueva. Y la fuerza nueva no se siente servida como es debido". De ahí la dificultad de su misión, lo falso de su postura.
         En realidad se trata de la historia de una ciudad levítica, tradicional y muerta para el ímpetu renovador del nuevo régimen ("Alto y azul, el cielo parecía haberse cruzado de brazos sobre el villorrio"), vista a través del temperamento de un escritor revolucionario puesto en la necesidad de ser árbitro de intereses irreconciliables.

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