Posesiones de Gómez Carrillo, señor de Priego en 1.351 en Albalate.
El dominio señorial de los Albornoz en el siglo XIV
(Tesis Doctoral de José Ignacio Ortega Cervigón, bajo la dirección de Mª Concepción Quintanilla Raso -Universidad Complutense de Madrid - 2006)
El linaje Albornoz alcanzó un dominio señorial importante en el territorio conquense, marcando en forma de arco sus posesiones en la Alcarria y en la Sierra, en un sector colindante con los espacios comunales de la ciudad de Cuenca y con gran valor ganadero. En el primer cuarto del siglo XIV Alfonso XI donó a García Álvarez de Albornoz las villas de Torralba y Tragacete con sus castillos, junto a Poyatos, Uña, Las Majadas, Beamud, Portilla, Valsalobre y Valdemeca. Después Álvar García de Albornoz compró Beteta con sus siete aldeas a Leonor de Guzmán -que la había recibido de Alfonso XI- y, por último, mícer Gómez García compró las villas del Infantado en 1371. A mediados de la centuria este personaje también guardó provisionalmente la villa de Pareja y su alcázar.Los derechos, rentas y facultades del señorío jurisdiccional de las villas de los Albornoz vienen recogidos en la documentación que los concedía o confirmaba.
Entre los derechos y facultades jurisdiccionales y de gobierno disfrutaban del ejercicio de la justicia en las villas, podían nombrar alcaldes, alguaciles, escribanos y otros oficiales de justicia y del concejo; podían devengar tasas de las escribanías de las villas y del propio ejercicio jurisdiccional; y podían obligar a los vecinos a cumplir cartas y mandatos del señor.
Entre los derechos tributarios derivados del vasallaje se encuentran el servicio y pedido, la fonsadera, el yantar y la posada, la cabeza del pecho de los judíos, el portazgo y almojarifazgo y el diezmo y montazgo -ambos tributos sobre el tráfico ganadero-.
Los bienes y derechos de dominio solariego eran las heredades y posesiones de explotación directa o a través de arrendatarios, las rentas de pechos territoriales como la martiniega, el derecho sobre montes, prados, pastos, dehesas y ríos y sobre los términos por poblar -como el diezmo de la madera-; y los derechos disfrutados sobre las salinas de Tragacete.
García Álvarez de Albornoz adquirió seis yugadas de terreno cerca de Tragacete en el primer tercio del siglo XIV y, después de 1338, el comendador Fernán Gómez de Albornoz hizo lo propio con el término de Cotillas, la torre de Buenache y la heredad de Aceña. Álvar García de Albornoz recibió, como recompensa a su apoyo enriqueño, cien excusados en 1370 y la renovación de todas las concesiones territoriales anteriores.
Fernán Gómez de Albornoz, comendador de Montalbán, en la década de 1370 cedió una casa y heredad en Sotoca. En 1394 su sobrina Urraca Gómez, mujer de Gómez Carrillo, realizaba un cambio, dando por aquella heredad -insuficiente para el pago de dos capellanías-, la dehesa del Vasallo en la sierra de Cuenca, inmediata al territorio de Tragacete y comprada años antes por García Álvarez de Albornoz. Tiempo antes el cardenal Gil de Albornoz y sus hermanos Álvar García y Fernán Gómez donaban los molinos del Castellar y una heredad en Chillarón.
El cabildo realizó dos trueques pactados con García Álvarez de Albornoz. En 1314, a cambio de sendas casas en Cuenca, aportó a los clérigos tierras que aquel había comprado en Las Zomas. Por el segundo, de mayor valor, el cabildo se deshizo de los heredamientos con pozos de sal de Valsalobre y Beamud, recibiendo en compensación tierras en Arquillos y su término, cerca de la ciudad. Esto indica la gran potencialidad expansiva de la nobleza en esta época, que buscaba el interés ganadero, la garantía de buenas rentas y cosechas y la rápida salida comercial de los productos de los terrenos circundantes a Cuenca.
Las posiciones de Gómez Carrillo en lugares como Albalate, Priego o Huete fueron importantes -en el apeo de una heredad de Albalate hecho en 1351-, pues figura como titular de parcelas vecinas en uno de cada cuatro linderos. En 1378 Fernán Carrillo se hacía con un huerto en la vega próxima a Huete. García Álvarez de Albornoz recibió del cabildo catedralicio de Cuenca los pozos de Valsalobre y Beamud, a cambio de una heredad en Arquillos y su término; también se hizo con algunas heredades en las salinas de Tragacete y Monteagudo. Alfonso XI, como consecuencia de la enajenación de explotaciones a favor de la Corona contemplada en el Ordenamiento de Alcalá, autorizó el pago a Álvar García de Albornoz de 8.000 mrs. cada año para satisfacerle por la salina de Monteagudo, además de otros 2.900 mrs. y veinte cahíces de sal por las de Tragacete, ambas contempladas en la disposición de 1338. García Álvarez de Albornoz prestó 15.000 mrs. al obispo de Cuenca, quien se los devolvió en dos pagos independientes de 10.000 y 5.000 mrs., respectivamente, en 1324; también hay un testimonio de empréstito con el judío mosén Michaen, a quien debían 7.300 mrs., la judería conquense persistió, al menos, hasta 1391.
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